Thursday, January 20, 2011

La Campaña de Invasión - Tercera Parte

La Campaña de Invasión - Tercera Parte
La Campaña de Invasión por José Miró


Matanzas

20 de diciembre de 1895 - A orillas de Hanábana


"Los dos escuadrones de Matanzas que por orden del Cuartel General salieron a provocar al enemigo, alojado en las fábricas de Lequeitio y de Lagunitas, no habían regresado de su excursión al emprender marcha nuestra columna a las siete de la mañana del día 20; hora en que se oía fuego de fusilería por aquel rumbo. Evidentemente, los españoles estaban prevenidos, y no era falso el rumor, propalado con insistencia por el paisanaje, de que iban a maniobrar sin dilación contra el grueso insurrecto para que no penetrara impunemente en el distrito de Matanzas. Aunque las fuentes de donde partían dichos informes, no eran bastante autorizadas para infundir la convicción de que los españoles se resolvieran desde aquellos momentos a tomar una ofensiva enérgica, la conjetura, por lo menos, quedaba en pie, corroborada por las primeras escaramuzas. Parecía natural que no estando lejos el río peligroso, se abreviara el paso para atravesarlo y ganar terreno sobre la orilla opuesta, de no hallarse ocupada por fuerzas españolas pero la irresistible tentación que deparó en nuestro caudillo el aspecto de una llanura, a propósito para una galopada al machete, hizo retrasar la marcha y le brindó al enemigo la doble oportunidad de orientarse mejor y de resolver con éxito la operación iniciada. No dejándose ver por aquellos contornos, y habiendo cesado el tiroteo de nuestros escuadrones en sus escaramuzas con la tropa que salió de Lagunitas, volvimos a continuar la marcha al paso regular de la caballería y cruzamos el río Hanábana, sin contratiempo alguno. El cruce se efectuó por el sitio llamado Habanilla de muy fácil logro en la temporada de la seca, pero que en el período de las aguas se pone infernal, como todo el territorio que recorre el Hanábana, allí riachuelo le poco cauce y mísera corriente. Sus aguas son turbias y el terreno que fertilizan ofrece escaso fruto; la vegetación es pobre y de aspecto sombrío, que no bastan a desvanecer los adornos tropicales de las palmas regias. En estos lugares, la noche es doblemente triste y misteriosa, cualquier ruido amedrenta al viajero que ande solo, y si los abanicos del yarey se agitan, heridos por el viento, entonces parece que suenan descargas o que galopan patrullas en todas direcciones para echarse encima del caminante."...




Colón

21 de diciembre de 1895 - Colón


“La jornada del día anterior había sido de doce leguas, en lo que respecta a la distancia recorrida de uno a otro campamento, pero las horas de faena, entre las empleada, en la función militar y en el camino, llegaban a quince cabales; de esta manera: cinco horas por la mañana, dos de descanso en la finca la Colmena antes de empezar el debate formal, y diez continuadas después, repartidas entre el campo de la acción y la marcha de noche hasta el Desquite; ruda jornada, en verdad, pero que solo era el prologo de las violentas y reñidas que nos esperaban en el territorio de Matanzas. Al clarear el nuevo día (21 de Diciembre), mientras se organizaba la formación bajo el orden prescrito por el Cuartel General, para en seguida despachar el cuerpo de vanguardia, un grupo de soldados españoles se metió de improviso en el campamento, tratando de alcanzar a otro de los nuestros que salió por las inmediaciones en busca de caballos y comestibles sin la autorización correspondiente. Como en aquellos instantes se retiraban los puestos avanzados, aparte de que el campamento no estaba del todo vigilado, fácil les fue a los perseguidores penetrar por una de sus avenidas y romper un fuego violentísimo al encararse con los primeros grupos que acudían a la formación. Al pronto, pudo creerse que se trataba de fuerzas considerables, de toda una columna que entrara a paso de ataque -tan nutrido era el tiroteo- por lo que el clarín toco a degüello y el machete dio cuenta de los catorce españoles que se arriesgaron a atacar una masa de dos mil hombres armados, aun cuando lo hicieron bajo la convicción de que iban a batir un corto número de insurrectos. Se defendieron heroicamente, de un modo tal, que admirados los cubanos de su arrojo les brindaron la vida que iban a perder, considerando lo inútil de su resistencia; pero fue en vano: ¡murieron disparando sus fusiles! Replegados en un espeso palmar, contiguo a las casas del Desquite, agotaron las municiones. El último de ellos, apoyándose en el tronco de una palma, disparaba el maüser con la furia de una ametralladora. Nunca el follaje que simboliza la gloria, cubrió con más galanura el cuerpo de un héroe que al caer desplomado aquel gladiador debajo de la palma que le servía de escudo"...


Jovellanos

22 de diciembre de 1895 - Jovellanos


"Con todas las precauciones necesarias, porque se esperaba un ataque decisivo sobre una de las dos columnas invasoras, la que acaudillaba Maceo se puso en camino a las ocho de la mañana. Esta columna era más consistente que la dirigida por Gómez, pues el efectivo armado que siguió al General en Jefe al partirse la hueste invasora, no llegaba a 700 hombres; pero, en cambio, era mayor su impedimenta, así como el número de heridos graves (algunos de ellos iban en camillas), circunstancias que aumentaban las dificultades en la marcha, amén de los peligros. Según se ha dicho, el campamento de Santa Elena estaba situado dentro de un triángulo formado por líneas férreas, expeditas todas ellas, y era indispensable atravesar una de esas vías para dirigirnos al Norte de la provincia, hacia la jurisdicción de Cárdenas, objetivo determinado por Gómez y Maceo para ostentar de un modo indubitable el vigor de nuestras armas, y sembrar el pánico en las clases pudientes del país por medio de la destrucción de la cosecha de azúcar, quemando los cañaverales de todos las ingenios de Colón, Jovellanos y Cárdenas para que el conflicto fuese grande y aterrador. Las humaredas del siniestro ocasionado por la columna de Maceo, señalarían a Gómez nuestra ruta, y a la inversa; las columnas de humo que éste levantara a su paso nos advertirían su derrotero. No lejos de Santa Elena se hallaba España, con los hornos ya encendidos y con un destacamento para su custodia; y el pueblo de Cervantes, en los lindes de la finca de Romero Robledo, era de suponerse que contara también con guarnición. Más allá, hacia el Noroeste, se hallaba Jovellanos, punto de enlace de cuatro vías férreas. España, la España auténtica había derramado allí casi toda la pila bautismal de sus legendarias estirpes, para que el fuego de la Revolución redujera a pavesas sus ridículos blasones"...


Municipio de Guamacaro

23 de diciembre de 1895 - Coliseo


"Era indudable que Martínez Campos al decidirse a operar personalmente contra el grueso de la insurrección, lo hiciera con el mayor número posible de elementos tácticos, no sólo para darle solidez al cuerpo de ejército que bajo su mando personal iba a tomar la ofensiva, sino para consolidar la victoria con la persecución de las pequeñas fracciones que quedaran diseminadas por el territorio, después del quebranto que sufriera el núcleo invasor. Ignorando el día 23 lo ocurrido en el pueblo del Roque y fijándose únicamente en el rumbo que podía llevar la invasión en la tarde del día anterior, es de suponerse que dictara las órdenes necesarias para que concurrieran a la operación las columnas de Prats, García Navarro, Aldecoa, Luque y Suárez Valdés, señalándoles como punto de reunión el mismo Cuartel General de Jovellanos. La jornada no era ruda ni mucho menos, puesto que las distancias en aquella zona son relativamente cortas, podían además minorarse con los ferrocarriles, y el tiempo era inmejorable: los caminos estaban en polvo. Dichas columnas moviéndose con actividad en la mañana del 23, podían muy bien al mediodía hallarse en Jovellanos, o en Coliseo a las cuatro de la tarde, y es seguro que alguna de ellas se hubiera encontrado con Gómez al dirigirse éste hacia el Norte de la provincia en busca de Maceo. Hasta el 24 no concurrieron al campo de la acción, ya ventilada, para practicar entonces inútiles pesquisas. No conociendo Maceo la situación de Gómez, y algo inquieto por la carencia de noticias oficiales, pues si algunas circulaban eran de origen sospechoso, montó a caballo desde muy temprano para indagar con exactitud el rumbo del general en jefe y ver la manera de unirse a él en todo el día. Para ello se dirigió sobre la línea de Jovellanos a Matanzas, resuelto a cruzarla, y a contramarchar después por el Sur de esa línea, si antes no adquiría informes fidedignos del general Gómez; pero coligiendo que éste iría remontándose hacia la jurisdicción de Cárdenas, a menos que obstáculos insuperables no se lo impidieran de momento; esos obstáculos no habrían de ser otros que un choque con alguna de las divisiones de Martínez Campos, y en ese caso los truenos avisarían la dirección de nuestra caudillo. Soplaba el viento de la fortuna de un modo muy pronunciado para nuestras armas, y él despejaría en breve el mal cariz de los acontecimientos, a la manera que se dispersan las brumas de la mañana cuando el sol las bate en firme"...



Municipio de Jagüey Grande

24 de diciembre de 1895 - Crimea


"Realizada la atrevida incursión por el Norte de Matanzas con el asombroso éxito que hemos visto en la crónica precedente, no era ya temerario propósito arrostrar los obstáculos de otra incursión análoga por el centro de la provincia, como complemento de nuestra marcha triunfal por un territorio militarmente ocupado por las fuerzas españolas, con lo cual no sólo se acreditaría una vez más el empuje de nuestras armas, sino que, de llevarse a cima la nueva excursión con la brillante fortuna que las anteriores, se traería a remolque el ejército de Martínez Campos, aun cuando utilizara los medios de transportes más rápidos para tratar de ganarnos la delantera, porque la práctica iba enseñando que no era la velocidad del ferrocarril lo que apresuraba las marchas, sino el valor que al tiempo sabían darle nuestros caudillos para quienes el descanso era el pretexto que alegaban los perezosos. Habiendo pernoctado en Coliseo la división que dirigía personalmente el general Martínez Campos, era lógico presumir que tomara el camino de Sumidero para indagar con toda exactitud nuestro rumbo, siempre bajo la suposición de que pudiéramos aproximarnos a la capital de la provincia e intentar allí un golpe de mano. La ciudad de Matanzas no contaba con medios bastantes de defensa para librarse de una acometida, y eso aparte, el recelo de los españoles que abultaba extraordinariamente el valor real de los sucesos en la gran ansiedad de aquellos días, les hacía ver en todas partes la mano del laborantismo distribuyendo proclamas incendiarias y cartuchos de dinamita, y como es consiguiente, a la población amenazada de una catástrofe, si los insurrectos se corrían por los alrededores. Pero sobre ninguna de esas eventualidades debía basarse una operación ofensiva del ejército invasor; eran sólo datos o antecedentes para encaminar el adversario a su objetivo determinando, así como tampoco podía darse asentimiento al rumor de que el general en jefe del ejército español se dirigía a la ciudad a raíz de la acción de Coliseo, temeroso de que los partidos políticos lo sometieran a un consejo de guerra"...

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