Tuesday, January 18, 2011

La Campaña de Invasión - Quinta Parte




“Difícil es imaginarse el alborozo que sentían nuestras tropas con los triunfos recientemente adquiridos, y lo dispuestas que se hallaban a renovarlos a cualquier precio; pero el que hubiera conocido el vasto y arriesgado plan ofensivo que se proponía desarrollar el general Maceo, tal vez sintiera menguar el entusiasmo y el valor al recapacitar sobre los graves y continuados peligros que nos esperaban en la nueva expedición por el territorio de la Habana. Pretendía nuestro caudillo atravesar la línea de Batabanó, no con el objeto de encaminarse por el Sur de la provincia a Pinar del Río, proyecto de fácil realización después de haber forzado dicha línea, sino para remontarse al Norte de la Habana, ocupando todos los pueblos que encontrara a su paso, amenazar la capital y llevar la invasión a Pinar del Río, no sin dejar establecida una base de operaciones en la provincia de la Habana: el croquis era bello y grandioso, pero su ejecución tenía el aspecto duro de las cosas invencibles"...

7 de enero de 1896 - Hoyo Colorado

Bauta - Hoyo Colorado

“La invasión de las provincias de Matanzas y la Habana, aunque coronada por el éxito más sorprendente, habíase efectuado con suma rapidez para que pudiera asegurarse que la Revolución quedaba ya afirmada por la sola influencia de los principios o por los efectos fascinadores de la victoria. El progreso visible de nuestras armas atestiguaba de un modo cabal que el enemigo no tenía habilidad suficiente para hacer fracasar nuestras operaciones, puesto que las más arriesgadas se ejecutaban a su vista con prodigiosa fortuna, y las más arduas con singular precisión; pero ello no significaba el quebrantamiento de las armas españolas, ni el cansancio de la metrópoli (más dispuesta que nunca a asombrar al universo con un alarde de virilidad jamás imaginado), ni en manera alguna el triunfo de la causa revolucionaria por el sólo esfuerzo de los combatientes: era un triunfo momentáneo, que podía convertirse en sólido y eficaz, si en ese período deslumbrador de la invasión, el país respondía en masa al impulso patriótico y anteponía a todos los intereses materiales el sagrado interés de la patria. Nuestros caudillos no podían entregarse a las necias ilusiones del mundo vocinglero que nos admiraba desde el interior de la ciudad y que hacía llegar hasta nosotros, con el eco de sus parabienes cortesanos, algún croquis de las fortificaciones del castillo del Príncipe o de las baterías del Morro; item más, asegurándonos formal, categórica y técnicamente que la toma de la Habana era cuestión de cuatro tiros: entrar por la calzada del Luyanó y posesionarse de la capitanía general en un santiamén. El patriotismo de los hojalateros siempre se ha manifestado del mismo modo: con exageraciones y necedades"...


“No quería Maceo inaugurar la campaña de Pinar del Río sin el complemento de una función estrepitosa, diurna o nocturna, en cualesquiera de las barriadas de la capital; la hubiera preferido nocturna, porque los efectos de la iluminación y los estampidos de la pólvora sonarían con mayor viveza; pero concibió el pensamiento de ejecutarla a pleno sol, en virtud del ineficaz resultado de las últimas exploraciones. Con ese fin, hizo que las tropas tomaran las armas al romper los claros del día, para que hubiera tiempo y oportunidad de examinar el campo en que habría de efectuarse la algarada, cuyo estruendo llegaría hasta el parque central de Habana, y se pondrían en evidencia no sólo los defensores de la integridad, sino también los literatos autonomistas. Con esta denominación singular comprendía Maceo a los simpatizadores platónicos que se llamaban agentes de la revolución dentro de las ciudades, para no ir al monte, y se jactaban de prestar mayores servicios a la causa de la Independencia que los soldados heroicos que daban su vida en el campo del honor"...


Cabañas

“El mismo día en que principió la campaña de Pinar del Río, las columnas españolas que operaban sobre la carretera de Guanajay y tenían la misión de defender los pueblos limítrofes, no pudieron evitar el asalto y toma de Cabañas, villa de renombre por su riqueza territorial y activo comercio. Las fuerzas invasoras, después de haber cruzado la angostura del Mariel, se dirigieron al valle de Cabañas para imponer la autoridad de la revolución a los ingenios y caseríos del término que no se hubieran enterado de los mandamientos que pregonaban las trompetas del invasor. En esta primera excursión visitamos varias fincas azucareras, Begoña, Regalado, y San Jacinto, entre otras, de menos importancia, haciendo saber a los propietarios y mayorales que la zafra estaba terminantemente prohibida por el gobierno de la república, pero que las vidas y demás intereses serían respetados por la revolución siempre y cuando los individuos, ya notificados, no procedieran con alevosía. Los mismos hacendados nos dieron informes del estado de los ánimos en el término municipal de Cabañas, así como de que se hallaban en son de guerra algunos grupos insurgentes capitaneados por Pedro Delgado; demostración palpable de que por allí germinaba el ideal separatista. También nos dijeron que varias columnas españolas vigilaban la zona, y que, probablemente, tendríamos un choque, ese mismo día, con alguna de ellas. La espontaneidad con que nos fueron comunicadas estas noticias, de verdadero interés, indicaba, cuando menos, que la opinión de las personas de más arraigo no era hostil a nuestra causa"...

Mantua

“El día 15 nos aproximamos a Pinar del Río, la capital de la provincia. Para ello hubimos de efectuar una jornada considerable por el corazón de la sierra, camino de cabras monteses. A las diez de la noche llegamos al caserío de Pilotos; el vecindario nos dispensó toda clase de atenciones. El 16 cruzamos la vía férrea, que, como es consiguiente, estaba interrumpida en diferentes tramos, desde San Cristóbal a la ciudad, y nos situamos en Paso Viejo, sudeste de la capital, a muy corta distancia de los cuarteles españoles. En Paso Viejo se incorporó Bermúdez, con tres escuadrones completos de gente aguerrida. Maceo le tomó cuentas de la conducta que había observado desde su separación de la columna central en la provincia de la Habana, y como es de presumir, Bermúdez se disculpó con la lección, ya sabida de memoria, de que había perdido el rumbo desde las cercanías de Güines, y no sabiendo qué camino adoptar para reincorporarse al cuerpo general, se adelantó dos jornadas al núcleo invasor, creyendo que tendría oportunidad muy en breve de disculpar su conducta. Las depredaciones, que él no ocultaba, eran obra exclusivamente de Cayito Alvarez. Maceo aparentó convencerse, pero despachó una comisión para capturar a Cayito Alvarez, a fin de carearlo con Bermúdez, y proceder a la ejecución del culpable, cualquiera que éste fuese. Cayito Alvarez se evaporó de Pinar del Río; como una exhalación atravesó los territorios de la Habana y Matanzas, sin parar hasta los montes de Santa Clara. Todos los correos que posteriormente envió Maceo, quedaron sin contestación"...


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