Tuesday, January 25, 2011

La Campaña de Invasión - Segunda Parte

La Campaña de Invasión - Segunda Parte
La Campaña de Invasión por José Miró


Las Villas

3 de diciembre de 1895 - Las Villas


"Dos leguas mediaban del campamento de Trilladeritas al río Hatibonico, límite geográfico de Camagüey por el Oeste (y no la Trocha militar de Júcaro a Morón, línea puramente accidental); distancia que salvó nuestra columna en las primeras horas de la mañana del 3 de Diciembre para entrar a paso de carga en el grandioso escenario de Las Villas, cuya inauguración habría de ser tan memorable en los fastos de la guerra. El aspecto del país, poco o nada había cambiado; tierra montañosa, palmares aquí y allá, saltos de agua por los barrancos; senderos y malezas por doquier, vegetación más o menos tupida y panorama más o menos dilatado, pero de matices semejantes, de un verdor siempre profundo, no ofrecía marcado contraste con los que dejábamos atrás; sin embargo, la ardiente imaginación de los orientales se complacía en hallar aspectos diversos al verse reflejados en las cristalinas corrientes del Hatibonico, cuyos ribazos venían a ser los umbrales de unas tierras halagadoras, embellecidas por el encanto de la conquista. ¡Las Villas:! -¡ya estamos en Las Villas!- estas exclamaciones salieron de casi todos los labios. A nuevo teatro, peripecias nuevas. Iba en la vanguardia con la caballería de Sancti Spíritus, el general Gómez, llevando flanqueos por la derecha, por hallarse a este lado y próximo al río, el destacamento español de Iguará, cuando fue avisado por un campesino de que había pernoctado una columna en dicho lugar, la cual retornaba a la plaza de Sancti Spíritus, hallándose probablemente en marcha en aquellos momentos; agregó el mensajero que llevaba muchas acémilas. Gómez envió un ayudante a Maceo, que se encontraba aun en el vado del río, para decirle que no quería desperdiciar la ocasión de batir aquella columna; y entretanto situó las fuerzas de vanguardia por el frente, ocupando las faldas de una colina junto al camino de Sancti Spíritus, el que necesariamente tenían que llevar los españoles si resultaban exactos los informes del campesino"...


4 de diciembre de 1895 - Fomento


"Después que la Sanidad hubo desempeñado su noble misión, y de haberse dispuesto el traslado de los heridos a sitio seguro, con lo cual dieron comienzo las durezas de la guerra (las despedidas entre amigos y camaradas, entre los que quedaban al borde de la tumba y los que iban a desafiar la muerte), levantamos las tiendas para seguir la marcha por el territorio de Sancti Spíritus, todo él montuoso, como la mayor parte de Las Villas, pero feraz y pintoresco, y muy abastecido de ganado. Grandes manadas de reses pacían tranquilamente junto al camino real, o sesteaban al pie de umbroso follaje, en fraternal sociedad con los potros y mulos cerriles, que miraban estupefactos las largas hileras de sus semejantes marchando a paso ordenado, oprimidos por los jinetes, o huían a campo traviesa como presintiendo la suerte que les aguardaba al echarles los flanqueadores el dogal para que entraran en quinta; todo aquello sería presa de la guerra devastadora. Dos años después no quedaría un solo rumiante de tantos miles como allí pastaban, ni un solo caballo, ni una sola cría, ¡ni vestigios siquiera de tanta abundancia y fecundidad! ¡Todo estaría devorado! Unicamente la tierra generosa seguiría produciendo con igual esplendidez y vigor, insensible a las perturbaciones de las luchas humanas. Los que no conocíamos la comarca villareña, forjándonos acerca de su estructura una imagen completamente distinta de la realidad, experimentamos una impresión desagradable al vernos caminantes por un país rodeado de lomas, altas y peñascosas unas, escalonadas otras y cubiertas de vegetación, y más allá, picos sobresalientes cortando el espacio, en el fondo del luminoso horizonte. El sol nacía y se ponía alumbrando un paisaje siempre agreste. Para los orientales, que esperaban ver cosas nuevas, el encanto desapareció totalmente en presencia de aquel panorama montañoso, que parecía calcado en las tierras de Cambute"...


11 de diciembre de 1895 - Manicaragua


"Tras una marcha de siete horas consecutivas por caminos no menos pedregosos que los de ayer, nos hallamos descansando en el delicioso valle de Manicaragua, albergue de muchas familias cubanas, que con indecibles muestras de júbilo saludan la llegada del ejército libertador y le brindan cariñoso hospedaje. Las mujeres y los niños, desde los umbrales de sus viviendas, se disputan el placer de dedicar algún obsequio a nuestros soldados; los hombres piden un arma para acompañarnos, no la hay, y se alistan sin ella. Palpita aquí el corazón cubano. Apenas ha sonado el toque de derecha e izquierda, cada casa se ha convertido en bullicioso vivac donde humean los calderos repletos de viandas, y departen, al amor de la lumbre, campesinos e insurrectos. Las mozas se encantan oyendo la vena del soldado oriental. Son estas montañas los cuerpos avanzados del gran campamento de la insurrección en Las Villas; cada altura es un mirador excelente, cada mole un puesto de seguridad, cada picacho una trinchera insorprendible, y la diversidad de estos puntos de exploración y defensa, con los encumbrados montes que circuyen el valle, forman el más abrigado campo militar del departamento central. Bastará, pues, un grupo de hombres resueltos para sostener la batalla irregular de escaramuzas y emboscadas, por entre desfiladeros y veredas inaccesibles para el soldado español, quien gastará inútilmente su vigor tratando de arrollar a un enemigo sutil, que tan pronto acomete como se escurre, de repente se sustrae y del mismo modo se multiplica, desparramado por el bosque. La mejor acción aparecerá deslucida para el ejército regular; cuando el tiroteo del insurrecto no le ocasione mella, la fatiga será causa del quebranto y motivo suficiente de retirada: de todos modos, bajas. El astuto mambí, poco ha expugnado de su campamento, volverá ileso al mismo sitio, reparando diligente los desperfectos que hayan ocasionado los españoles, y las aguerridas tropas que penetraron hasta allí cubriéndose de gloria, emprenderán marcha retrógrada para sus ciudadelas, más ganosas de descanso que de adquirir laureles a ese precio. Tal sucedió en las acciones del 11, 12 y 13 de Diciembre, en que una fuerte columna de las tres armas, admirablemente dirigida por un jefe valeroso y tenaz, vióse obligada a contramarchar para sus cuarteles de Manicaragua, después de titánicos esfuerzos encaminados a la ejecución de un objetivo de fácil logro sobre el tablero hipotético, midiendo distancias con el compás y situando los peones con la mano, pero impracticable sobre el teatro real de la fragosa Siguanea. "...





Las Villas

15 de diciembre de 1895 - Mal Tiempo


"En el descenso a las llanuras de Cienfuegos se emplea toda la mañana de hoy (14 de Diciembre). La caballería anda despacio por estas vertientes peligrosas. El semblante de los soldados orientales revela la gran emoción que despierta lo desconocido. En cambio, el villareño se muestra animoso y locuaz; está en su teatro: va señalando los diversos puntos que surgen de la llanura a medida que se ensancha el panorama. Se oye aun el rumor de las cascadas de la Siguanea que desaguan en el lago azul del cafetal. El mundo alado saluda el despertar de la naturaleza con un concierto de notas que parece un himno de gloria. ¿Volveremos algún día a subir estas lomas con nuestra bandera triunfante? ¿Retornaremos a Oriente con nuestro caudillo victorioso, para afirmar la libertad sobre las bases de la razón y del derecho, una vez ganada la batalla a sangre y fuego ?... ¡Quién ahora podrá descifrar lo porvenir! Penetramos en la comarca de Cienfuegos por Barajagua, que puede considerarse como el limite de la invasión de Gómez en 1875, pues sólo algunos pelotones de caballería ligera, mandados por Reeve (el Inglesito), se corrieron hasta Colón, para caer poco después en Yaguaramas ese intrépido oficial. Hacemos alto en Guamá de las Cruces. El aspecto de la campiña ha cambiado por completo. El monte abrupto y formidable se alza a nuestras espaldas, pero ya lejos: sólo se ve el telón majestuoso de la cordillera"...


18 de diciembre de 1895 - Cienfuegos


"Frescos los laureles de la victoria y enardecido por el entusiasmo, nuestro ejército se dispone a tomar la ofensiva anunciándose por todas partes con las llamaradas de los campos que incendia a su paso, y con el ruido ensordecedor, propio del siniestro, que semeja el estruendo de descomunal batalla. Arden los cañaverales de la zona más poblada y rica de Cienfuegos, en donde el pánico cunde con la rapidez de la inmensa combustión que devora las más sólida, fortunas, la riqueza territorial vinculada en los grandes ingenios, y es pregón aterrador de una bancarrota inevitable. Todo está a merced del poder revolucionario, el gran demoledor de los privilegios sociales que, armado y terrible, se propone nivelara todo el mundo ¡con la tea! para que el escarmiento sea cabal. ¡Qué enseñanza más ejemplar!: un grupo de hombres obscuros, gente anónima, negros, que ayer salieron de la esclavitud, disponen ahora de la propiedad, de la tierra pingüe, del feudo productivo y lo arrasan a tizonazos. Al día siguiente de Mal Tiempo nuestros exploradores cruzaron algunos tiros con la guerrilla de Santa Isabel de las Lajas en las inmediaciones de este lugar, pero cayéndole nuestra vanguardia decidió el lance a cuchilladas. En este hecho de armas ocurrió un incidente que pudo traer fatales consecuencias para el general Maceo; al tirar éste una estocada a un guerrillero que se le interpuso en el camino, se le desbocó el caballo tomando la dirección de Santa Isabel, casi a la vista de los fortines del pueblo; pero algunos oficiales, viendo el peligro que corría nuestro caudillo, echaron sus caballos al galope, y consiguieron llegar antes que él al pie de las trincheras enemigas"...

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