Wednesday, January 19, 2011

La Campaña de Invasión - Cuarta Parte

La Campaña de Invasión - Cuarta Parte

La Campaña de Invasión por José Miró

26 de diciembre de 1895 - La Ciénaga

“Los heridos que nos habían causado las tropas españolas en la zona de Colón y en el combate de Coliseo, venían aun en nuestra columna porque no se creyó prudente dejarlos en los territorios recorridos hasta entonces, en atención a que el enemigo no respetaba nuestros hospitales de sangre contra todas las leyes humanitarias, siempre en cambio cumplidas por el ejército cubano: una y otra declaración serán plenamente demostradas en lugar oportuno. Ahora sólo citaremos el hecho de que el general Maceo devolvió a Martínez Campos 22 soldados heridos, abandonados por el caudillo español en el campo de Peralejo, y en contraste con este acto generoso, hacemos mención de los asesinatos cometidos por el general Canellas en la zona de Ramón de las Yaguas, a raíz del combate de Sao del Indio. Los horrores perpetrados por el coronel Molina en Matanzas, los expondremos al publicar el largo catálogo de los crímenes que autorizó el sucesor de Martínez Campos, por más que el aludido Molina, se distinguía ya como veterano en la infame carrera que inmortalizó a Wéyler"...





Matanzas

29 de diciembre de 1895 - Calimete


"Nos toca describir una de las jornadas más serias de la invasión, la más cruenta, al menos, para nuestras armas, en la que si la victoria se mantuvo indecisa, la cuantía de las pérdidas sufridas, su número y su calidad nos colocó al borde de un verdadero desastre, del cual nos salvamos a prodigio; tal vez por los efectos mismos de la impresión del peligro inminente al que nos vimos abocados, y que nos obligó a redoblar la vigilancia, el esfuerzo, la actividad y el valor para resolver rápidamente la crisis, y no ceder al enemigo el terreno conquistado con la sangre de nuestros heroicos soldados. Aunque la hora en que terminó la jornada del día anterior, no era la más oportuna para examinar la situación topográfica del campamento, por previsión, el general Maceo adoptó todas las precauciones necesarias para colocar el vivac al abrigo de una sorpresa; inspeccionó personalmente los retenes y puestos avanzados para tener la convicción de que se habían cumplido en absoluto sus postreras instrucciones. Casi toda la noche se la pasó en vela, conferenciando a ratos con el General en jefe, con el general Serafín Sánchez y otros oficiales de alta graduación sobre los graves problemas que en aquellos momentos embargaban la atención del ejército, pues el presagio de que nos hallábamos en vísperas de una jornada decisiva había cundido rápidamente en las filas, y ese estado de ánimo, tantas veces precursor de terribles sacudimientos, se exteriorizaba en todas las conversaciones y en el semblante mismo de los soldados más valerosos. Con efecto, recorriendo el extenso vivac a altas horas de la noche, se percibía el sordo rumor de la gente desvelada y previsora, que, bajo el pretexto de espantar el frío, cuchicheaba al pie del fogón sobre la proximidad de la tormenta. Pero de este estado de vigilia supo aprovecharse Maceo, haciendo que las tropas tomaran las armas al apuntar el día; colocó la vanguardia en actitud de abrir el fuego, si el ataque del enemigo se iniciaba a aquella hora. Esta precaución, tan atinada, produjo el resultado eficaz de toda medida bien dispuesta, porque los españoles hallábanse ya preparados para el combate desde el amanecer y sólo esperaban que se despejara la neblina para atacar de frente y con vigor nuestro campamento, como así lo intentaron; pero su primera línea de tiradores, al romper el fuego sobre la guardia que vigilaba el camino de Calimete, se encontró con otra resistencia más sólida que contuvo de momento la impetuosa acometida de aquella fracción. Al espectáculo imponente de la batalla, precedió un episodio tétrico y repulsivo"...

30 de diciembre de 1895 - Iberia












Habana

1º de Enero de 1896 - Habana


"La alborada la anunció la banda militar con el Himno invasor para que la tropa despertara festiva, y supiera por anticipado que la pólvora que iba a quemarse en ese día memorable, haría trepidar el suelo de la región Occidental. Nuestro campamento se hallaba muy próximo al pueblo de Alacranes (entonces Alfonso XII), en donde había pernoctado una de las columnas que custodiaban la vía férrea de Unión de Reyes, punto éste de enlace de las líneas de Matanzas y Habana, y por consiguiente, base de operaciones del ejército español porque desde allí se vigilaban los límites de las dos provincias por el Sur, a la vez que importantes fincas azucareras, especialmente las Cañas y la Conchita, dos emporios de riqueza no descombrados aun por la tea niveladora. Los españoles, que oyeron perfectamente nuestra alborada musical, se dispusieron a ejecutar una de guerra antes que levantáramos el campo; puesto que al despuntar el sol se hallaban ya encima de nuestros centinelas, iniciando el debate con mucho calor. Pero no habían sorprendido el campamento, como tal vez hubieron de sospechar en los primeros instantes de aquella función parcial, porque nuestra tropa estaba sobre las armas desde muy temprano, y la vanguardia ya en camino, desfilando precisamente por las inmediaciones del poblado del Estante para ir a explorar el ramal que unía a Alacranes con uno de los ingenios mencionados. La columna española no llegó a divisar nuestra vanguardia, toda vez que no le opuso resistencia al acudir al sitio de combate, ni pudo evitar que algunos pelotones se metieran en el caserío y cargaran con todo. Parapetada detrás de una cerca, y ganando terreno hasta situarse sobre una de nuestras alas, hizo fuego de fusilería muy nutrido, y evitó que los escuadrones que lanzó el general Gómez a la carga, desconcertaran su primera maniobra; pero nuestra infantería, ocupando entonces uno de los caminos paralelos al baluarte que tenían los españoles, sostuvo con admirable tesón la polémica, dirigiendo descargas muy certeras por compañías y por secciones a la voz de mando de sus aguerridos oficiales, que supieron imprimir todo el carácter de un fuego ordenado y terrible a la línea de sus cazadores. Los hermanos Ducasse, que mandaban nuestra infantería, debieron sentirse orgullosos ante la elocuente muestra de instrucción militar que daban los soldados, firmes en su puesto, rodilla en tierra, imperturbables, y cada vez más activos en el manejo del fusil."...


2 de enero de 1896 - El Mayabeque


“Si hasta ahora hemos presenciado episodios famosos, proezas insignes y jornadas militares de inmenso valor, que pocas veces repetirá la historia de ningún pueblo; sucesos, pues, extraordinarios, cuya narración ha causado asombro en el mismo cronista, del nuevo cuadro que nos toca describir pudiera decirse que era un invento caprichoso del narrador, una composición novelesca urdida con las patrañas de héroes apócrifos, si no fuera de una realidad histórica comprobada, y todo el relato rigurosamente auténtico. Porque, ¿cómo no ha de rayar en lo inconcebible la ejecución de una empresa militar bajo todos los aspectos irrealizable? ¿Cómo no ha de sorprender la realización de una obra que a todas luces parecía imposible de acometer? ¿Quién que conozca la provincia de la Habana, sus medios de defensa, la gran densidad de su población, y esté en antecedentes de los formidables recursos que tenía acumulados el jefe del ejército español, podrá creer que las huestes insurgentes se atrevieran a penetrar en ese territorio, atravesarlo de uno a otro confín, ocupar pueblos de importancia, desarmar guarniciones, amenazar la capital en son de burla y obligar a Martínez Campos a encastillarse en las fortalezas inexpugnables del Morro; y aumentando el desorden en aquella cabeza insegura, hacerle adoptar la resolución de emplazar baterías en las calles y ramblas de la ciudad para defender el palacio de la Capitanía General y las dependencias a él anexas? ¿No es un hecho inaudito, inconcebible, que la posteridad podía tener por novelesco, si la historia no se cuidara de narrarlo con todos los pormenores, y de comprobarlo además con todos los documentos oficiales del partido opositor?... El sencillo relato que vamos a exponer en estas páginas, no dará idea cabal de la empresa militar, pero, sí, fijará los hechos tal como sucedieron, y revelará algunos detalles interesantes, que acaso sirvan algún día al verdadero historiador de nuestras luchas por la independencia"...



No comments:

Post a Comment