Sunday, October 16, 2011

De la Provincia de Las Villas


De los artículos presentado en la sección de "Cosas de mi Tierra" en Guije.com que tratan con lugares y ciudades en la Provincia de Las Villas, Cuba: “Santa Clara, ciudad de los bellos amaneceres”, “Cuba y el Jardín Botánico del Central Soledad” y “Cuba y la Semana Santa en la ciudad de Trinidad”. Quienquiera que haya seguido la Isla de Cuba de uno a otro confín, habrá tenido oportunidad de saludar, necesariamente, a la bella ciudad de Santa clara, capital de la provincia de Las Villas, una de las más ricas por su suelo, por sus productos y por la laboriosidad de sus habitantes y que comprende el territorio llamado por los indios Cubanacán y que también fue conocido por el de "Las Cinco Villas". Al igual que La Habana la ciudad de Santa Clara tiene como reliquia histórica el lugar donde se dijo la primera misa, que radica en la Loma del Carmen y está señalado por un tamarindo frondoso que el Ayuntamiento hizo cercar con una verja de hierro. Al pie del tamarindo además, se coloco una lápida donde se hace constar que Santa Clara fue elevada a la categoría de Cabeza de Partido en 1814 y de Ciudad en 1867.

“Cuenta Cuba con un antiguo pueblo que surgió a la vida allá por los años de 1512 a 1514 y recibió el nombre de Villa de la Santísima Trinidad y que radica en la Provincia de Las Villas. Refiriéndose a ella, en sus "Tradiciones Trinitarias" el doctor Emilio Sánchez dice: "Las procesiones religiosas que se efectúan en Semana Santa constituyen unos actos sencillos, en su grandeza propia y tienen un carácter especial, pues en tal ocasión acuden a la población muchas familias campesinas para tomar parte en los cortejos religiosos y aprovechar estos sagrados días para visitar a sus parientes y amistades, quienes las obsequian con agua llamada Agualoja, que es un compuesto de agua, miel o azúcar y canela o clavo, que se reparte en estos días y cuyas relaciones son sencillas, francas y sinceras. La del Jueves Santo se ve presidida por el famoso y milagroso Cristo de Veracruz. Esta imagen fue subastada allá por el año 1713 y adquirida por don Nicolás de Pablos Verdes, por unos 800 escudos de plata. Era ella la que iba a bordo de un barco que habiendo partido del puerto de Barcelona (España) se dirigía al de Veracruz (México) en cuya ciudad el Cristo debía ser entregado al Convento de los Padres Franciscanos. Un accidentado viaje fue aquel, durante el cual el barco se desvió debido a la tempestad y fue a recalar al Puerto de Casilda en la costa Sur de Cuba, puerto que viene a ser propiamente de la Ciudad de Trinidad. Don Pablo, que era el capitán del barco, al ver subastado aquel Cristo se decidió a adquirirlo, toda vez que en su fondo religioso tenía la convicción de que el arribo forzoso a Casilda fue motivado por la milagrosa imagen que quería quedarse en Trinidad, por lo que después de haber pagado el importe, la regaló a la que desde entonces es su depositaria y custodia, organizándose una solemnísima procesión y siendo recibida por los trinitarios con grandes demostraciones de veneración y alegría, recibiendo la bendición de parte del párroco don Ponciano Escasena que la colocó en el lugar donde hoy en día se venera y ante la cual tantas y tantas personas acuden en demanda de divinos favores.”

“Cuba tiene en uno de los rincones más bellos de sus espléndidos campos de eterno verdor, una joya muy poco co­nocida y de un valor inconmensurable, plas­mada en forma de Jardín Botánico, como una confirmación de que en el suelo tropical son las flores las princesas que al humano en­cantan con su perfume y su color. La historia de esta Estación Científica se puede condensar diciendo que en 1898 Mr. Atkins, propietarios del Central Soledad cedió una zona de terreno conocida con el nombre de Colonia Limonar, para que en ella se lle­varan a cabo ciertas experiencias sobre va­riedades de la caña de azúcar. En 1900, con motivo de haberse congregado para estudios botánicos, en el Central, eminentes hombres de ciencia, pudieron apreciar la importancia del lugar que se prestaba para toda clase de investigaciones vegetales, apreciación que animó a los interesados para llevar a feliz culminación la actual Estación, en la que Mr. Gray, administrador del Central y ena­morado de las plantas sembró gran número de ejemplares importados de todos los jardines botánicos conocidos, teniendo la satisfacción de comprobar la tesis de los científicos cuando pudo palpar las realidades de los magníficos resultados obtenidos y que al llegar al conoci­miento de la Universidad de Harvard intere­saron a su Departamento Botánico que empezó a cooperar de manera tal que al morir en 1925 Mr. Atkins dejó a dicho Centro Universitario el Jardín juntamente con un legado que ase­guraba la conservación, mejoras y ampliación de aquel tesoro de la Naturaleza.

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